La carta de Peña Nieto al presidente Trump
Respetado presidente Trump: El objetivo de esta misiva es notificarle que he decidido posponer mi viaje a la ciudad de Washington, D.C. programado para la próxima semana.
He observado con preocupación la secuencia de anuncios en los que usted firmó una de sus primeras órdenes ejecutivas para ordenar la construcción del muro en la frontera entre nuestros países.
Evidentemente, es una facultad de la oficina que usted preside, y de su Congreso, destinar recursos para la construcción de obra pública. Sin embargo, la insistencia de que el costo de ésta será cubierta por recursos del pueblo de México es injusta, y una ofensa inmerecida.
Le recuerdo que desde 2012, y por primera vez en 40 años, la migración neta de mexicanos a su país ha sido negativa. Más mexicanos han salido que los que han ingresado. Por ende, pensar que debe ser mi país quien absorba el costo de la barrera física que su administración propone, sería no sólo indebido, sino arbitrario.
Sí, miles de migrantes centroamericanos y de otras latitudes cruzan México con el objetivo de llegar a los tres mil kilómetros de nuestra frontera norte. De hecho, en años recientes, México ha llegado a deportar a más ciudadanos de Guatemala, El Salvador y Honduras, que Estados Unidos.
Este esfuerzo ha sido abrumador, pues impone costos importantes a nuestras propias autoridades migratorias y policías locales. Hemos sufrido una crisis de refugiados en nuestro propio territorio. Dado que el único motivo por el que los migrantes en cuestión cruzan México es para llegar a la frontera que compartimos, nos parecería justo que consideraran reembolsarnos por los costos en que incurrimos.
La historia entre nuestras naciones ha sido accidentada. Han pasado muchos años desde la guerra entre nuestros países, a la cual Ulysees Grant, ilustre predecesor en la oficina que desde hace unos días ocupa, se refirió como The Wicked War, la “guerra malvada”. Es, por ello, a todas luces sobresaliente que nuestros países, junto con Canadá, hayamos firmado un acuerdo comercial en 1993, que nos ha llevado a integrar cadenas de suministro entre nuestras economías, gracias a lo cual hemos ganado competitividad y mayor participación dentro del mercado global como región.
Usted ha sido crítico sobre nuestra relación comercial, a pesar de que 56 por ciento del déficit comercial total de su país se debe al comercio con China, y sólo 8.0 por ciento al que realiza con México. Cabe señalar que las exportaciones mexicanas tienen 40 por ciento de contenido estadounidense, mientras que las chinas cuentan con sólo 4.0 por ciento.
En el último trimestre del año pasado, fuimos el segundo socio comercial de su país en el mundo, y somos el principal destino de exportación de Texas, California y Arizona, y el segundo principal para otros veinte estados. Aun así, sería miope reducir la vasta relación entre nuestras grandes naciones a lo comercial.
Compartimos grandes oportunidades, pero también retos y amenazas que provienen de nuestra proximidad geográfica. Mi país enfrenta su peor crisis de seguridad interna en la historia reciente. Más de 160 mil mexicanos han perdido la vida como resultado de la guerra que enfrentamos para contener el avance de organizaciones criminales que surgieron en nuestro territorio con el único objetivo de satisfacer la demanda por drogas que originan consumidores estadounidenses, y cuyo valor asciende a alrededor de una cuarta parte del tamaño total de nuestra economía cada año.
Para un país de ingreso medio como México, no es fácil contener una actividad ilegal que se financia por demanda que proviene del país más rico del mundo, y que es además armada por decenas de miles de armerías estadounidenses dedicadas a proveerlos con armas de alto poder y municiones que han asesinado a un número de mexicanos comparable al de muertos en la guerra en Irak. Le invito a que juntos nos enfoquemos en las oportunidades que como región compartimos.
La mejor garantía para la seguridad estadounidense no proviene de un muro, sino de que compartan su frontera con un pueblo próspero y estable; de que juntos combatamos enemigos comunes; de que basados en cooperación estrecha evitemos que nuestra frontera común sea cruzada por quienes sí quieren hacerle daño a sus ciudadanos.
Controlemos juntos el flujo de migrantes que no buscan violar y delinquir, sino trabajar para sacar adelante a sus familias y garantizarles un mejor futuro. México ha sido, es y será amigo incondicional del pueblo estadounidense, cuya historia y ética de trabajo respetamos y admiramos. Pero, toda amistad requiere primordialmente de comunicación y, sobre todo, de respeto.
Prefiero posponer mi visita hasta un momento en el cual su presidencia se haya asentado, los funcionarios en su administración hayan sido ratificados, y estemos en condiciones de encontrar solución a problemas que compartimos, preocupaciones que nos aquejan, y para trabajar juntos en el prometedor futuro que merecemos. Sepa usted que siempre contará en mí a un amigo, pero recuerde siempre que represento a un pueblo digno de respeto.
Enrique Peña Nieto.