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A Golfo revuelto, ganancia de totoaberos

Desde el estallido violento de la semana pasada hasta nuestros días, la pesca primero de la curvina y ahora de la totoaba se mantiene inalterada en el Golfo de Santa Clara, ante la ausencia de autoridades federales que huyeron despavoridas.

 

Humberto Melgoza Vega

 

GOLFO DE SANTA CLARA.- Desde la aciaga noche del miércoles 8, cuando una turba enardecida que aprovechó la negativa del gobierno federal para la pesca de la curvina incendió vehículos y embarcaciones oficiales, y les propinaron sendas golpizas a al menos tres inspectores, ni la Profepa, ni la Semarnat, ni la Conanp se han vuelto a parar por las cálidas playas del Golfo de Santa Clara, luego de que estuvieron a nada de ser linchados.

“Por aquí pasaron bien asustados”, comentó un soldado en el retén militar de El Doctor, quien estaba de guardia ese día y le tocó ver cómo pasaron despavoridos hacia San Luis Río Colorado.

Esta ausencia total de autoridades, la cual se mantiene hasta el momento, ha permitido que los pescadores furtivos se estén metiendo libremente al mar a pescar, hasta la semana pasada curvina, y de manera casi permanente, la codiciada totoaba.

A pesar de la veda decretada por el gobierno, al tratarse de una especie en peligro de extinción, la pesca ilegal de la totoaba se ha mantenido en el poblado como un secreto a voces, favorecida por la corrupción de autoridades que se hacen de la vista gorda.

En su desmedida ambición, los pescadores furtivos están utilizando para su propósito una “red totoabera” –como en la que hace un par de semanas se enredó otra vaquita marina en la zona de San Felipe–, con la que atrapan cardúmenes con especies de distinto tamaño.

A los ejemplares se les extrae el buche o vejiga y estos son vendidos en el marcado negro a las conectas de la mafia china que les paga miles de dólares por kilo.

En voz baja, nadie quiere meterse en problemas, se dice que detrás de los violentos disturbios de la noche del pasado miércoles 8 estuvieron agazapados los traficantes de totoaba, llamados vulgarmente “narco-bucheros”, quienes aprovecharon la confusión para seguir haciendo de las suyas.

Desde el día que los pescadores, organizados, independientes, espontáneos y furtivos incendiaron 10 vehículos, algunos modelo 2016,  cuatro pangas de las autoridades federales y se robaron una cuatrimoto, el Golfo es una especie de pueblo sin ley, a pesar de la presencia de la Marina Armada y de la Policía Municipal, quienes parecen simples observadores.

Arde Santa Clara

La noche del pasado miércoles 8, cuando se enteraron vía el Facebook de Carlos Tirado que las negociaciones con el gobierno federal habían fracasado y que no les permitirían la pesca de la curvina, por la misma red social se comenzó a gestar el levantamiento social.

La ira popular fue propagada con ayuda de los llamados “totoaberos”, quienes patrocinaron a su gente y finalmente fueron quienes encabezaron a la turba enloquecida: cientos de personas que se esparcieron por las principales calles del poblado y donde se topaban con alguien de la Profepa, de Semarnat o de Conapesca lo bajaban a golpes del vehículo, entre todos los volteaban hasta que quedaba la unidad con las llantas para arriba, con un hacha le rompían el tanque de la gasolina y luego le prendían con un cerillo, venían las llamas y al poco rato una explosión.

Durante el alzamiento, municipales y marinos permanecieron acuartelados, y fue en las instalaciones de la armada de donde la multitud rescató una panga totoabera que les había sido decomisada y le prendieron fuego a otras dos que se encontraban por fuera del cerco, las otras dos pangas fueron quemadas en el estadio de futbol, como si fuera un espectáculo.

Más tarde, entre la turba, que fue contagiando a la gente, secuestraron dos unidades de la Conapesca y las atravesaron en el entronque de la carretera costera y ahí les prendieron fuego.

También, al chofer que transportaba cajas de espárrago en su tráiler lo obligaron a que atravesara la pesada unidad para bloquear completamente el tráfico y le saquearon el producto.

Los disturbios, que se prolongaron durante varias horas, fueron documentados por los mismos pobladores, videos y fotografías que subieron a las redes sociales y que fueron compartidos vía Whatsapp y de ahí retomados por los medios de comunicación con alcance a nivel nacional, material que está siendo utilizado por la Propefa en la denuncia que presentó ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra quienes resulten responsables.

A continuación…

Al día siguiente de los violentos disturbios y a pesar de la prohibición, pescadores salieron a la curvina, sacaron toneladas de producto y lo vendieron para ser trasladado de manera irregular en camiones hacia la Ciudad de México.

A quienes se las pagaron al contado a 10.00 pesos por kilo, la mitad de lo usual, les fue más o menos bien, pero quienes la fiaron trabajaron en vano porque una gran parte les fue decomisada en el camino por la falta de documentación en regla.

Con la marea se fueron las curvinas pero se quedaron las apetitosas totoabas.

Todos los días, cuando cae la noche, al menos unas 40 pangas están entrando al mar a pescar totoaba. No todos son golfeños, hay pescadores furtivos que vienen de Sinaloa y que están participando directamente en el tráfico de esta especie en peligro de extinción.

En altamar, extienden sus gruesas y resistentes redes y pacientemente esperan a que los peces vayan picando, ya en la madrugada regresan a la playa donde descargan el producto y de ahí lo trasladan en los pick-ups a lugares seguros donde les sacan el buche y se deshacen del resto, o lo tiran al basurero o lo donan entre pobladores para el consumo humano.

Algunas pangas se vienen según la suerte con 5, 10, 15, 20 y hasta más totoabas por unidad y aunque parecería poco el producto es mucha la ganancia: el buche de totoaba que pesa de 1 kilo en adelante lo pagan de 3 mil 500 dólares para arriba, de ahí para abajo el precio por kilo es inferior, aunque con tres buchecitos completes un kilo por razones que solo ellos saben los chinos lo pagan hasta en mil dólares menos.

La vejiga natatoria de las totoabas es empaquetada y trasladada en compartimientos ocultos mejor conocidos como “clavos”, la mayoría logran pasar el retén militar de El Doctor y de ahí les queda prácticamente vía libre para llegar a Tijuana o Ensenada, si libran la revisión militar que está antes de subir La Rumorosa, para de ahí embarcarlos hacia el continente asiático.

Algunos más osados cruzan la frontera por Caléxico o San Diego con destino a Los Angeles o San Francisco, donde también existe mercado para el buche de totoaba con el que se dice preparan una sopa de sabor y exótica textura que tiene algún efecto afrodisiaco.

Los que son detenidos son remitidos a las oficinas de la PGR en Mexicali en donde luego de pagar una fianza por 25 mil pesos los dejan ir para que sigan el proceso en libertad.

El tráfico de la llamada “cocaína del mar” además de los recientes acontecimientos violentos entre pescadores, mantienen un ambiente de crispación que en nada favorece a la temporada de Semana Santa, la más alta de todo el año para el Golfo de Santa Clara. @

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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