Medio siglo oculto, un Greco aparece en México
Redacción / Proceso
La pintura, una representación de San Andrés, cruzó el océano para sobrevivir a la Guerra Civil española, llegó a Nueva York de donde en 1963 salió para México, y más de cinco décadas permaneció en casa de la familia Escalante Fouque sin que se supiera que se trataba de un óleo de Domeniko Theotokopoulos, El Greco. Hoy el óleo sin firma de 136.5 x 89.7 centímetros, luego de estrictos análisis de toda índole, ha sido autentificado, y la historia del hallazgo es dada a conocer a través de Proceso por el grupo cultural Los Contemporáneos, A.C.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A más de 400 años, El Greco sigue dando sorpresas… esta vez en México.
Luego de una serie de rigurosos análisis por parte de especialistas mexicanos, se confirmó lo que parecía imposible: un óleo de los años de madurez del pintor manierista fue encontrado en nuestro país.
La obra sin firma de 136.5 x 89.7 centímetros representa al apóstol San Andrés en medio de un paisaje de la campiña toledana, pintado “al más puro estilo renacentista”, según se lee en la “Memoria de trabajo”.
Un equipo de notables mexicanos, entre ellos el conservador y restaurador José Sol Rosales, el ingeniero químico Javier Vázquez Negrete, y el investigador Alejandro González Acosta, demostraron que el cuadro adquirido por el grupo promotor de cultura Los Contemporáneos, A.C. en 2014, es el santo con cruz aspada que perteneció hasta el siglo XIX a la Colección Diego Cánovas de Madrid, España, cuya autoría es de Domeniko Theotokopoulos, llamado El Greco.
Los estudios determinaron la fecha de realización entre 1600 y 1605, y salida de España en medio de la Guerra Civil (1936-1939) con destino a Nueva York, donde estuvo en una bodega desde finales de la década de 1930 hasta 1963.
De ahí llegó a México, donde estuvo casi cinco décadas en casa de la familia Escalante Fouque, que en 2012 cedió los derechos al anticuario Jorge Urbina, según narró a este semanario el presidente de Los Contemporáneos, Salvador Riestra.
Desde su arribo al país y sin mayor documentación ni firma, se desconocía que era de Theotokopoulos (Creta, Grecia, 1541-Toledo, España, 1614).
Fue hasta 2014 que llegó a manos del patronato de Los Contemporáneos cuando se hicieron los estudios respectivos para conocer al autor: análisis químicos, genealógicos, técnicos, espectográficos y radiológicos que tomaron dos años develaron su “autenticidad”, según la carpeta de estudios proporcionada a Proceso.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2106, ya en circulación)