El sismo que todo México sintió
El Eslabón Perdido
Humberto Melgoza Vega
Hasta el mediodía del martes, la que pintaba para ser la nota principal de Semanario CONTRASEÑA era la inquietante presencia de metanfetamina líquida en bebidas gaseosas mejor conocidas como sodas en esta parte del mundo.
La intoxicación de varias personas en el vecino valle de Mexicali, una de las cuales falleció de manera dramática, luego de que la droga colapsó todos sus órganos vitales al ingerir una soda de la marca Seven Up, provocó una intensa sicosis en la región, que incluyó sacar del mercado unas 200 mil unidades de la compañía PepsiCo.
Mientras debatíamos a qué cártel habrá pertenecido el cargamento de cristal líquido y cómo fue que se les “traspapeló”, las implicaciones para la empresa embotelladora que se encuentra en Hermosillo y la cantidad de refrescos contaminados que pudieran estar en las tiendas sobrevino lo inesperado: un terremoto que sacudió al centro del país, el mismo día, 32 años después.
Además de la macabra coincidencia, considerada por algunos como mensaje divino, presagio del apocalipsis, las dramáticas escenas de la tragedia que inundaron los medios de comunicación desataron fuerte desasosiego, impotencia y dolor por la manera como la naturaleza se ensañaba de nueva cuenta con nuestros hermanos chilangos.
De la catástrofe emergió con mayor intensidad el espíritu solidario de los mexicanos, los edificios derrumbados dieron paso a las cadenas humanas de espontáneos, a las fuerzas de rescate encabezadas por la Cruz Roja, el grupo Topos y la Marina, héroes anónimos que se abocaron a salvar vidas, aun poniendo en riesgo la suya.
Mensajes de fraternidad comenzaron a llegar de varias partes del mundo, artistas, deportistas, líderes y mandatarios de todo el Continente incluido ahora sí Donald Trump, así como su antecesor, Barak Obama, expresaron su solidaridad y condolencias al pueblo de México.
En todo el país, de manera espontánea, de las cadenas de oración en redes sociales pasaron a la acción, organizando centros de acopio en donde gobiernos, agrupaciones, instituciones educativas, cámaras, comercios y partidos políticos comenzaron a recolectar víveres, agua y otros artículos para los miles de damnificados.
En medio del caos, en un estado anímico vulnerable, es fácil que surjan quienes pretenden lucrar con la tragedia, sin embargo, como es mucha la necesidad y demasiados los daños, cualquier gesto de ese tipo se agradece, como el de las imágenes montadas donde Peña Nieto y la Gaviota hacen una cadena humana para cargar bultos y el presidente exige que le echen de las cajas pesadas.
Cuando Andrés Manuel López Obrador publicó un video en donde anunciaba que donaría para los damnificados un porcentaje de los recursos entregados por el INE para la campaña política, comenzaron a tacharlo de populista, de oportunista y de pretender sacar raja electoral a la tragedia. Con sarcasmo, el conductor de televisión Ciro Gómez Leyva se burló del Peje ya que en base a la ley electoral no se podía desviar esos recursos para otro fin que no fueran las campañas políticas.
“Eso no lo va a poder hacer pero yo creo que midió, porque López Obrador mide todo, lo de la semana pasada cuando dijo que iba a mandar dinero de Morena a los damnificados de Oaxaca y Chiapas, algo le ha de haber resultado favorable o positivo y hoy repite la ficha”.
Para sorpresa de Ciro, el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, se trepó en la exigencia ciudadana que para la tarde del miércoles ya era tendencia nacional y propuso donar dinero de las campañas, “sin simulación ni oportunismo”.
Lo que parecía inviable, porque tendrían que modificarse algunos apartados de la Ley Electoral, comenzó a destrabarse con la disposición del INE para buscar un mecanismo que pudiera aplicarse, en coordinación con los partidos políticos, para atender la contingencia.
En medio de la confusión y el drama por los menores atrapados en el Colegio Rébsamen, donde murieron aplastados al menos 21 niños, cinco adultos y rescatados de entre los escombros 11 chiquillos más, Televisa armó un reality show para el rescate de una niña a la que llamó Frida Sofía, la que finalmente se confirmó que nunca existió.
Así, mientras unos llevan agua a su molino, promueven su marca y buscan congratularse con la mayoría en estos momentos de unidad nacional, no faltan los agoreros del mal que traen asustado a medio mundo con la teoría del gran terremoto, movimientos telúricos los que desgraciadamente aún no es posible predecir.