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Así es la vida, así es la política: José Palafox

El nombre de José Inés Palafox quedará registrado en la historia de Sonora como un político “sui géneris” que venció todas las adversidades, competencias, carreras, batallas personales y que anduvo en las grandes ligas del poder en México, pero que el destino le jugó una mala pasada.

Humberto Melgoza Vega

Si no se hubiera enfermado, José Inés Palafox Núñez, que ya andaba en las grandes ligas de la política, podría haber escalado hasta la cúspide, probablemente la gubernatura, su amigo Guillermo Padrés le había reservado la primera posición de la fórmula al Senado  de la República en las elecciones de 2012, llevando como segundo a Francisco Búrquez Valenzuela.

Impetuoso, el Pala quería seguir pero sus médicos le dijeron que se calmara, fue entonces que entró al relevo Florencio Díaz Armenta, pero Pancho Búrquez  ahora encabezando la fórmula y como se perdió la elección el actual senador se coló como primera minoría, posición que originalmente había sido designada para el Pala, de los amigos más cercanos al entonces gobernador.

Palafox y Padrés se hicieron amigos desde el `97, cuando José Inés llegó al Congreso del Estado como diputado local, elección  en la que el Chito Díaz ganó la alcaldía de San Luis Río Colorado, aunque se perdió la gubernatura con Enrique Salgado como candidato.

Esa amistad que trabaron se volvió hermandad cuando en 2006 comenzaron a compartir departamento en la Ciudad de México, José Inés era diputado federal y Guillermo Padrés senador de la República, ahí en ese depa se tramaron algunas ideas que los llevó juntos a hacer historia en Sonora tres años después, cuando el PAN ganaba por primera vez la gubernatura del estado en 2009.

En la cúspide del poder.

Como era de esperarse, José Inés Palafox fue incluido en el gabinete como titular de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano (Sidur) convirtiéndose en el primer sanluisino que llegaba a secretario de Estado.

Cabeza de grupo en el PAN.

Esos fueron los años de esplendor de José Inés Palafox, cuando la vida le sonreía. Nada egoísta, el poder lo compartió con sus amigos, cercanos colaboradores en sus andanzas anteriores como alcalde; se llevó a trabajar a Hermosillo a Christian Lardín, a Genaro Soto, a Sergio Fernández, al licenciado Víctor Delgado, a Pancho Chávez lo hizo secretario particular y al comandante José Luis Maris se llevó como su escolta personal, chofer y confidente, entre muchos otros que colocó en las delegaciones en San Luis Río Colorado.

En 2012, aunque no fue candidato al Senado por prescripción médica, Palafox no se quedó con las ganas de participar en el proceso electoral, se vino como operador político a San Luis –sus meros moles– y el día de la jornada tenía afuera de su casa un plantón  de Petra Santos y seguidores, que lo señalaban de andar “comprando” a lideresas sociales de las colonias para que votaran por el azul.

Al final, se sacó la chamba, ya que Leonardo Guillén ganó la presidencia municipal y Everardo López, el ahijado político de Padrés, llegaba al Congreso del Estado como diputado local.

El viernes pasado cuando trascendió la triste noticia de que el Pala había perdido la batalla final contra el maldito cáncer, luego de uno siete años de haber sobrevivido de milagro –su gran fortaleza física, maratonista y judoka profesional; y su enorme fe en Dios, alargaron su estancia terrenal con sus seres queridos—alguien comentó con humor negro  que se había muerto de pura tristeza  porque habían mandado al PAN al tercer lugar en las recientes elecciones.

Animal político

Pero no siempre todo fue miel sobre hojuelas en la carrera política de Palafox, proyecto familiar impulsado por Fidencio, su hermano mayor ya fallecido, Jesús Palafox, el que le dio sustento económico y Víctor Palafox, estratega y productor de video-homes como “El Reto Final”, aquel filme VHS donde el Palita salía tirando patadas voladoras y que nunca llegó siquiera al Blockbuster.

En 1991 hizo sus pininos como candidato a regidor con Fausto Ochoa Medina, pero no llegaron al Palacio y en el ´93 ingresó al Partido Acción Nacional (PAN) a invitación de su amigo y condiscípulo en el judo, Víctor Delgado Zamudio, en la cartera de Promociones Económicas, ahí se comenzó a fraguar el asalto hacia otros cargos de elección popular.

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Otra de sus pasiones.

Una de las victorias que más disfrutó fue la de 1997, cuando en una asamblea de militantes, cuando todavía de practicaba la democracia interna en el PAN, le ganó la candidatura para diputado local a Enrique Reina,  dando paso a una naciente rivalidad política, como cabezas de grupos antagonistas al interior del mismo partido, que se conservó hasta el final.

Como diputado local, José Inés inició una fulgurante carrera en la vida pública de Sonora, marcada por el carisma de un político que se volvió popular.

Tres años después la dulce venganza llegó para Enrique Reina, que le ganó la candidatura a la presidencia municipal, competencia interna en donde Mario Guevara venció a Rubén Espino, culminando así un viejo anhelo de los líderes panistas como Guillermo Pérez Díaz, Bonifacio Navarrete y Jorge Figueroa, quienes habían adoptado a Reina como su proyecto político personal.

Esa dolorosa derrota abrió un impasse en la vida de Palafox, quien pasó los tres años más largos de su vida, con problemas económicos y anímicos, tiempo que le sirvió para reflexionar y su equipo para reagruparse y en 2003, de la mano de Santiago Huízar, Espinos, Palafoxes y compañía regresó triunfal con la candidatura a alcalde y posteriormente ganó la elección con un margen tan apretado que se habló de traiciones al interior.

En esa elección Petra Santos quedó en segundo lugar y Ramón Cid Lucero del PRI fue desplazado hasta la tercera posición.

Familia completa.

Como alcalde, Palafox abrazó el eslogan de un gobierno “sensible y humano” y se mantuvo cercano a la gente de las colonias, con una administración de corte populista que alcanzó su punto de quiebre cuando destituyó a su amigo y compañero Santiago Huízar como director de la Policía Municipal, quien había acumulado mucho poder y comenzaba a rebelarse desde la comandancia –“así es la vida, así es la política”, acuñó entonces la inmortal frase que este redactor publicó en La Prensa–, pero que le alcanzó para sentar las bases para que en su lugar llegara su compañero de mil batallas Héctor Rubén Espino.

Tras su muerte, esta semana se ofrecieron sendas ceremonias póstumas para el ex diputado local, ex alcalde, ex diputado federal y secretario de Estado tanto en el Palacio Municipal donde reinó de 2003 a 2006, y en el partido de sus amores, el PAN, donde estuvo acompañado de su familia, que para él fue lo más importante hasta el último de sus días. @

 

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