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La clave de la información

Los demonios se soltaron en El Golfo

El Eslabón Perdido

Humberto Melgoza Vega

¿Qué está pasando en el Golfo de Santa Clara, en qué momento lo perdimos, se nos fue de las manos?

Algunos creen que les cayó una especie de maldición gitana por andarse metiendo a pescar al mar a pesar de la veda y la compensación que reciben por el gobierno, es decir, dan patada y mordida, como en el Welton.

Pueblo bendecido por estar a un ladito del mar, sinónimo de vida y abundancia, ahora recibiendo un castigo divino por la avaricia que genera la abundancia del oro rosado, camarón que es codiciado a nivel internacional, o la “cocaína del mar”, mote recibido por el buche de totoaba que se comercializa en miles de dólares por kilo en el mercado asiático.

Aparte de supersticiones, al Golfo de Santa Clara, el destino turístico y de descanso por excelencia de los sanluisinos, en los últimos años ha llegado mucha gente de fuera, sobre todo del vecino estado de Sinaloa, atraídos por las oportunidades que brinda una playa ubicada a 100 kilómetros de la frontera con Estados Unidos.

Antes, cuando reinaba el Samy Gallardo, la situación estaba bajo control, la plaza tenía un solo dueño y todo fluía como maquinaria bien aceitada, había circulante, empleos y una relativa tranquilidad.

Ahora, cualquiera se siente “pesado” porque vende su droguita, porque le entran al tráfico de buche cuando es temporada y traen una lana extra para comprar a las autoridades si los llegan a agarrar en una movida.

Al estilo Sonoyta, los “plebes” llegan armados a las tiendas de auto-servicio y no hacen nada para disimularlo. Exigen buen trato, compran cerveza en abundancia, a veces un whisky y a la menor provocación contratan la banda.

Una demostración de impunidad como la mostrada en mayo pasado, cuando en la procesión por la muerte de tres golfeños en un accidente carretero realizaban disparos al aire, justo cuando pasaban por enfrente de la comandancia vieja.

El doble crimen de los pescadores el lunes pasado, es muestra de la descomposición social que prevalece en el otrora tranquilo poblado pesquero.

Lo que inicialmente se manejó como un accidente, posteriormente se supo que en realidad se trataba de un doble homicidio en donde murieron Jesús Ramón Fierro Armenta, de 21 años, y Omar José Mendoza Fierro, de 14.

Inicialmente reportado como desaparecido, más tarde resucitó en la playa Ramón Angel alias “El Chino”, quien viajaba en la panga “Candy” que, envuelta en llamas, se fue al fondo del mar con todo y sus dos tripulantes.

Primero dijo que unos piratas les habían disparado, que alcanzó a tirarse al mar, y que ellos mismos le prendieron fuego a la panga, aunque cambió su versión cuando se los pusieron enfrente.

Ahorita “El Chino”, llegado de Sinaloa, quien era la primera vez que salía a pescar con los Fierro, es el principal sospechoso del doble crimen.

Los muchachos que fueron asesinados esta semana eran sobrinos de Pepito Armenta, el llamado “Compa Pepe” que murió en un enfrentamiento con policías municipales, hace dos años, en plena Semana Santa.

Al momento de su muerte, el compa Pepe era quien controlaba el lucrativo negocio del buche de totoaba, el rey de los “narco-bucheros”, posición que hasta hoy se siguen disputando.

 

 

 

 

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