No vale la pena vivir con miedo, afirma reportera veracruzana
Desde el año 2010 cuando asumió la gubernatura de Veracruz el priista Javier Duarte de Ochoa en ese estado han sido asesinados 13 periodistas, 14 con Rubén Espinoza, quien ante las amenazas se exilió en el DF donde el pasado viernes fue encontrado muerto, con huellas de tortura y el tiro de gracia junto con otras cuatro mujeres, una de ellas residente de Mexicali.
Humberto Melgoza Vega
México es uno de los países más peligrosos del mundo para quienes se dedican al periodismo, según cifras de organismos defensores de la libertad de expresión y de derechos humanos nada más del año 2000 a la fecha han sido asesinados más de 100 comunicadores.
En este escenario de terror, el estado de Veracruz, donde gobierna el priista Javier Duarte de Ochoa desde 2010, se ha convertido en una trampa mortal para los periodistas, ya que desde su llegada al poder han sido asesinados 13 profesionales de la comunicación, 14 con Rubén Espinosa, quien salió huyendo por amenazas en su contra y que el fin de semana pasado fue ultimado en el DF junto con otras cuatro mujeres.
Enemigo cantado de la libertad de expresión, hipersensible a la crítica, en el estado y en particular en Xalapa la capital muchos reporteros evitan hasta lo imposible siquiera mencionar su nombre, no vaya a ser que se moleste.
“Pórtense bien”, les dijo un día en rueda de prensa a los reporteros que lo cuestionaban por la muerte o desaparición de un nuevo colega, comentario que percibieron como una sutil amenaza.
Para el gobernador, uno de los que no se “portaba bien” era el fotoperiodista Rubén Espinosa, vetado de los actos oficiales de gobierno por sus constantes denuncias contra los abusos policiacos, además por la publicación de un par de fotos que se volvieron célebres, una de portada en la revista Proceso, donde sale con gorra de policía, y la otra difundida por la agencia Cuartoscuro, donde se le ven los ojos a punto de salírsele de sus órbitas.
Agentes del estado le habían advertido que se calmara si no quería que le pasara lo mismo que a Regina, corresponsal de Proceso en Veracruz asesinada en abril de 2012, por lo que Rubén prefirió exiliarse en el DF, donde creyó que estaría a salvo, ya que en las últimas semanas habían comenzado a seguirlo sujetos que vigilaban sus movimientos con cara de malos.
Algo similar sucedía con su compañera de andanzas Nadia Vera, antropóloga, activista social ex integrante del movimiento YoSoy132 de Xalapa, cuya participación social incomodaba al gobierno de ese estado.
Hace ocho meses, en una entrevista que concedió al medio digital Rompeviento TV, en donde denunciaba el contubernio entre la delincuencia organizada que opera en Veracruz y el poder público, dejó el siguiente mensaje, que ha sido reproducido hasta el cansancio desde que ocurrió el multi homicidio en la colonia Narvarte de la Ciudad de México:
“Responsabilizamos totalmente a Javier Duarte de Ochoa, el gobernador del estado, y a todo su gabinete sobre cualquier cosa que nos pueda suceder a los que estamos involucrados y organizados en todo este tipo de movimientos, tanto estudiantes, académicos y sociedad civil en general. Sí queremos dejar muy marcado que es totalmente responsabilidad del estado nuestra seguridad, porque son directamente los que están mandando a reprimirnos”, advirtió Nadia en la entrevista.
El viernes de la semana pasada, Rubén y Nadia, junto con la mexicalense Yesenia Quiroz, la colombiana Nicole y Alejandra, empleada doméstica, fueron encontrados asesinados en un departamento de la capital del país; los cuerpos, maniatados y con visibles huellas de tortura, habían recibido el tiro de gracia. Las mujeres habían sido además violadas, con excepción de la trabajadora doméstica.
Tras el macabro hallazgo, cuando se supo que entre las víctimas se encontraban Rubén Espinosa y Nadia Vera todos los reflectores apuntaron hacia el gobernador de Veracruz, quien ya fue juzgado y condenado en las redes sociales donde no lo bajan de “asesino”.
En sus primeras pesquisas, la Procuraduría capitalina consideró el robo como la principal línea de investigación; no han faltado quienes intentan relacionar los hechos con el narcotráfico, por la nacionalidad de la dueña del departamento; mientras que las autoridades han dicho que los asesinos convivieron durante una fiesta que se prolongó hasta el día siguiente con las víctimas –aunque los vecinos no vieron ni escucharon relajo—y no descartaron citar a declarar a César Duarte de Ochoa.
*Profunda tristeza
La reportera Melina Zurita sabe lo que es trabajar en medio de un ambiente hostil, donde no existen garantías para el ejercicio pleno de la libertad de expresión y se tiene que recurrir a la autocensura para no convertirse en uno más de la negra estadística que proyecta a México como un país de bárbaros ante el mundo.
Corresponsal de Grupo Radio Centro en la capital de Veracruz, además de colega Melina fue amiga de Rubén Espinoza, con quien compartió la represión oficial, cuando en septiembre de 2013 la policía estatal desalojó de manera violenta un paro de maestros, en donde los reporteros que cubrieron el desalojo fueron brutalmente reprimidos.
A partir de ahí comenzó el hostigamiento policiaco, sometidos bajo vigilancia policiaca, tanto uniformada como de civil, amenazas veladas y directas que la hicieron salir temporalmente del estado considerado por organismos nacionales e internacionales como el más peligroso para la práctica del periodismo.
Sin embargo, en la entrevista telefónica no se atreve a afirmar que la represión contra los comunicadores sea una política de estado. “Rubén y Dania lo hicieron y ahora están muertos, y yo en dos semanas me tengo que regresar a trabajar a Xalapa”, reflexiona.
“La vida no hay que vivirla con miedo, no hay que vivirla con temor, la vida hay que vivirla día a día y con gusto, porque es lo único que nos queda. Yo siento un dolor muy profundo por todo lo que está sucediendo, por lo que sucedió con Rubén…”. , menciona.
“Rubén era un idealista, una persona muy sencilla en su trato y en su forma de vestir, yo no me atrevería siquiera a inferir que estuviera relacionado a alguna cuestión oscura, como por ahí se ha querido desvirtuar para desviar la atención, no era de los que usaban relojes caros o que de la nada llegaran en automóviles de lujo, al contrario, vivía y vestía de manera humilde, a veces lo veías sentado en las escaleras del café La Parroquia donde se juntaba el grupo y desde ahí comenzaba a transmitir la información. Esta situación para mí es bastante difícil porque era un buen compañero que no merecía morir de esa manera”, exclama.
Melina ejerce en el estado en donde Los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación se disputan la plaza, ahí donde a diario se reportan ejecutados, secuestros, levantones, desaparecidos, con un gobierno totalmente rebasado que no puede hacer nada ente el impune cobro de piso que hace la delincuencia organizada a los comerciantes legalmente establecidos…
Este clima tan adverso la ha hizo que modificara no solo sus hábitos y sus rutinas sino especialmente la manera de abordar los temas, con mucha más precaución, incluso llegar hasta la autocensura.
“Claro que sí comencé de manera racional a aplicar protocolos de seguridad diarios, además de los que ya tenía de manera habitual, y sí, trato de evitar ciertas críticas, de pronto, yo dejé incluso de manejar cualquier información que tuviera que ver con gobierno del estado, algunos temas que prefiero ya no abordar… y es que la burra no era arisca…”, concluye. @