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Alerta por hallazgo de vaquita muerta

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Mientras permanece la veda de pesca en el Alto Golfo de California para proteger a la vaquita marina, el cadáver de un ejemplar descubierto hace unos días por ambientalistas despierta dudas en torno a la presencia de pescadores ilegales, la falta de vigilancia de las autoridades, o la posibilidad de que sean otros los factores que influyen en la extinción de la especie

Bibiana García Garza

A pesar de los esfuerzos de organizaciones ecologistas internacionales, el gobierno federal y, sobre todo, el sacrificio de los alrededor de mil 400 pescadores de la zona del Golfo de Santa Clara por mantenerse alejados de la principal actividad económica del poblado, la pesca de camarón, la naturaleza pareciera demandar más atención para la preservación de las especies.

Apenas el pasado sábado 05 de marzo, un grupo de ambientalistas de la ONG ´Sea Shepherd´ encontraron un ejemplar muerto de vaquita marina flotando a la deriva 12 kilómetros al noroeste de San Felipe, Baja California, en los límites del área de refugio para la protección de esta especie, en el Alto Golfo de California.

El llamado fue atendido por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) así como por la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), quienes confirmaron que se trataba de una vaquita de 137 centímetros de largo por 48 de ancho en un avanzado estado de descomposición.

El cadáver no presentaba evidencia en su cuerpo de haber sido atrapada en alguna red o alguna otra arte de pesca, ni tampoco otros objetos extraños adheridos a él o vestigios, cortes, amputaciones, marcas o laceraciones que evidenciaran que el animal hubiese sufrido de enmallamiento.

Sin embargo, la causa de la muerte del ejemplar sigue siendo un misterio para los científicos e investigadores por el nivel de descomposición que tenía el cuerpo por lo que no se descarta que haya muerto por actividades relacionadas a la pesca ilegal.

Solamente se pudo determinar que la ´Phocoena sinus´ adulto, resguardada en la vecina ciudad de Mexicali, no tenía posibilidades reproductivas, aunque no se precisó si era hembra o macho e inclusive se advierte que por el estado de descomposición sería muy difícil obtener información útil.

Mientras permanece en resguardo, se valora si se conservará para futuros procesos o canalización a algún centro de investigación y estudio científico.

El caso volvió a atraer la atención de ONG´s, gobiernos y pescadores que trabajan en la preservación de este cetáceo endémico, único en el mundo, y en peligro de extinción, cuya situación se agravó con el paso de los años y la pesca ilegal de la totoaba, otra especie protegida.

Sobre todo porque unos días antes de encontrar el cadáver del mamífero marino, el equipo de ´Sea Shepherd´ también encontró una totoaba y un tiburón blanco muertos en incidentes separados pero también en la zona del Alto Golfo de California.

El tiburón blanco estaba enredado en una de las redes de pesca (chinchorros de línea) que por el veto de pesca de camarón que se implementó el año pasado, ya son ilegales y su uso implica fuertes sanciones para quienes las utilicen.

Los protectores de animales y ambientalistas advierten que sólo quedan sólo 30, o si acaso 50 vaquitas vivas, que son a las que esperan ver, proteger y estudiar durante sus expediciones, aunque en esta ocasión se toparon con lo que menos esperaban.

Se cree que la vaquita podría desaparecer en su totalidad dentro de tres años más por la dramática disminución que ha sufrido la especie desde 1997 a la fecha.

No todo puede ser culpa de la pesca

Respecto al caso, el presidente de la Federación de Pesca de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo, Carlos Tirado Pineda, consideró que se trata de una situación muy delicada que se tiene que revisar para determinar si hay que replantear estrategias de vigilancia así como otros posibles factores -no relacionados a la pesca- que pudieran contribuir a la extinción de la vaquita.

Esto porque, aseguró, ninguno de los pescadores del Golfo han continuado con la pesca de camarón utilizando los chinchorros de línea, aunque sí cabe la posibilidad de que existan personas que lo hagan de manera ilegal.

“Si hablamos en general, la autoridad competente deberá endurecer sus estrategias de vigilancia y ver qué es lo que está fallando porque puede ser que se siga llevando a cabo la pesca ilegal, que podría ser una de las causas que provocaron la muerte de la vaquita encontrada y/o de otras especies”, señaló.

No obstante, advirtió, también es probable que sean otras las circunstancias que pudieran estar causando la muerte de la vaquita marina, lo que de igual manera debería de investigarse a profundidad.

Y es que, si no son los pescadores ni las redes las que realmente contribuyen a la extinción del cetáceo, sería importante investigar otras causas porque este tipo de hallazgos tienden a responsabilizar únicamente a la pesca cuando pueden estar influyendo muchos otros factores, argumentó.

Esto porque, reiteró, los pescadores saben que es algo que no deben hacer porque perderían sus permisos y compensaciones, además de que hay una autoridad a cargo de la inspección y vigilancia que puede detectarlos y sancionarlos.

“Por parte del sector pesquero estamos respetando, nuestras embarcaciones están paradas y sólo estamos pescando curvina, como quedó en el acuerdo. Tenemos conciencia de que esto nos puede causar un daño a nosotros, a toda la región, y a todo México por tratarse de una especie única en el mundo”, recordó.

Además, añadió, preservar a las especies conviene a los pescadores y a toda la comunidad del Golfo de Santa Clara en la búsqueda de un equilibrio con el medio ambiente mediante otras artes alternativas de pesca sustentable.

Se deben investigar otros factores naturales de extinción

En ese sentido, Tirado Pineda mencionó que durante algún tiempo se ha manejado la versión de que uno de los factores que pudieron haber repercutido en la disminución de la población vaquita ha sido la reducción en el flujo el agua del Río Colorado.

En los años que se tuvo en abundancia, explicó, por allá en la década de los años cincuenta, hay registros de que con la afluencia de agua dulce al Alto Golfo había más riqueza de especies como totoaba, camarón y probablemente vaquita marina y sus fuentes de alimento.

“Puede que antes había mayor abundancia de vaquitas por las mismas condiciones naturales, biológicas y climáticas que hoy son diferentes, ahora no hay agua dulce, o es muy poca la que se recibe del Río Colorado; si ahorita hay menos camarón y menos pescado, quiere decir que sí ha de haber tenido una afectación”, indicó.

Esto aunado a que en la zona del Alto Golfo, comentó, es muy poca la lluvia que se percibe, y es bien sabido que en otros puertos ribereños siempre hay más abundancia de especies y producción favorable a la pesca con el agua dulce.

Por otra parte, la contaminación es otro factor que puede estar ocasionando la muerte de las vaquitas y otras especies, aunque no se ha investigado a fondo realmente, por lo que habría que proponer que se estudien esas otras posibles causas más a fondo, como también podría ser el cambio climático y la crisis de alimentos ante la alta demanda en todo el mundo, agregó.

“No es culpa del pescador en ese caso, es una responsabilidad de la sociedad, pero en general; vamos investigando el cambio climático y cómo ha influido en la temperatura de las aguas, y si eso ha repercutido negativamente en la vaquita”, apuntó.

Inclusive, consideró que de toda la inversión que realizan los gobiernos y las ONG´s para pagar compensaciones a los pescadores también podrían destinarse recursos a proyectos científicos que monitoricen a la vaquita o capturen alguna para tenerla en cautiverio o en algún santuario, como muchos otros en el mundo que han llegado a salvar especies en peligro de extinción.

Otra opción sería que se colocara algún aparato de localización o cámaras a uno o varios ejemplares para monitorear a dónde se desplazan y así confirmar si tienen algún depredador o si son víctimas de la contaminación o la pesca furtiva con pruebas más tangibles para entonces actuar sobre la problemática, externó.

Además, no se puede perder de vista que hay científicos que hace algunos años, cuando había alrededor de 600 ejemplares, hablaron de que en la especie se daba la endogamia, abundó, es decir, que se reproducían entre sí por su población tan reducida.

Esto se investigó, explicó, porque las vaquitas tienen una deformación en una parte de la aleta, lo que pudiera representar una causa más de la extinción de la especie, muy independiente de la pesca.

“También puede ser que no se estén reproduciendo por esos defectos genéticos, pienso que ahí es por eso que es cuestión de investigar todas esas causas; con lo que están gastando en las compensaciones, a lo mejor con la mitad todo ese esfuerzo se podrían realizar esas investigaciones”, apuntó Carlos Tirado.

Esto sin dejar de lado, aclaró, que sí hay investigaciones serias que actualmente se están llevando a cabo por parte de manera intensa por los gobiernos y las ONG´s internacionales para registrar los avistamientos y detectar posibles amenazas a la especie.

Pobres resultados con nuevas artes de pesca

Mientras se trabaja en la preservación de la fauna en el Alto Golfo, los pescadores buscan todos los días nuevas alternativas de pesca sustentable que rinda al menos la mitad de lo que rendía años atrás.

En los últimos meses, se han estado realizando pruebas con esas otras artes de pesca a través de ocho embarcaciones del Golfo de Santa Clara y San Felipe pero sin los resultados esperados.

“Estamos buscando todavía, no nos ha dado los resultados a los que estábamos acostumbrados, pero ya se está trabajando en proyectos en los que los voluntarios vamos a tirar esas nuevas redes para probar su efectividad”, precisó.

Esto mientras científicos y técnicos de instituciones gubernamentales también acuden a recolectar datos sobre el funcionamiento de esas nuevas artes de pesca o no, los gastos de gasolina e inclusive el esfuerzo físico de los pescadores, pues la mayoría son técnicas que nunca antes se habían utilizado.

“Esto fue un acuerdo que no era la mejor salida, lo reconocemos, pero era la mejor en el momento, en estos dos años tenemos que buscar y demostrarnos a nosotros mismos, a la ciencia y al gobierno, que podemos encontrar otras alternativa con el fin de que al término de este periodo se pueda volver a la pesca porque si se pierde mucho el tejido social por la inactividad”, anotó.

No obstante, admitió el presidente de la Federación Pesquera, al concluir el periodo de veda de pesca todavía se desconoce qué es lo que va a pasar.

El futuro de la actividad que representa el principal sustento de las poco más de 7 mil familias del Golfo permanece incierto pero a pesar de ello, la esperanza es lo último que muere.

Y es que con la llegada de la temporada de pesca de la curvina (escama), para lo que se tienen alrededor de 435 permisos, expresó, ha vuelto la vida al poblado y lo que sólo puede valorarse por los pobladores: el regreso del olor a pescado, que en el Golfo es señal de oportunidades y un mejor futuro para las familias. @

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