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Y que viva el rock&roll

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Los food trucks, el clima agradable, la presencia de buenos amigos y la cerveza helada hicieron en maridaje perfecto para que miles de mexicalenses e invitados especiales disfrutaran de varias horas de puro rock, cortesía de Molotov y El Tri de México.

Humberto Melgoza Vega

MEXICALI.- Felices, contentos, cansados y empapados más de cerveza que de sudor salieron los miles de mexicalenses que se dieron cita en el Chicali Rock Fest, realizado la noche del sábado anterior en el Fex, evento en donde compartieron escenario dos de las bandas rockeras más emblemáticas de nuestro país, y las más desmadrosas: Molotov y El Tri.

El concierto en tierras cachanillas se convirtió en una fiesta de grandes proporciones, un lugar para cantar y bailar de manera libre y desinhibida, para el reencuentro con los amigos y con la esencia del mejor rock hecho en México.

Los primeros en saltar al escenario fueron los integrantes de Molotov, quienes dejaron el ambiente calientito, la mesa servida para que Alex Lora se sirviera con la cuchara grande.

Desde el mero DF, ahora Ciudad de México, el cuarteto musical integrado por Tito Fuentes, Micky Huidobro, Paco Ayala y el “gringo loco” Randy Ebright reafirmaron porque son hoy en día la banda rockera con mayor proyección internacional, a pesar de su estilo irreverente que desafió la censura de la radio tanto como de la televisión comercial.

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Los “Molochos”, como ellos se llaman a sí mismos, es una banda que de inmediato hace click con la raza, que se identifican porque tiene el mismo origen y que despliegan una gran energía musical, un sonido punkrockero con ribetes a la Red Hot Chili Peppers.

En poco más de una hora y media, Molotov hizo un repaso a lo largo de su discografía, sin dejar de tocar las canciones con las que se proyectaron a la fama, no aptas para oídos castos, como “Puto”, “Chinga tu madre”, “Que no te haga bobo Jacobo”, “Mátate teté” y por supuesto “Gimme tha power”, convertida en su himno de batalla, sin duda la más aplaudida y coreada de la noche en plena víspera electoral, junto con “Voto Latino”, la cual cobra vigencia ante la amenaza republicana de “El Pelucón”.

“Me convierto en marciano” a ritmo hardcore, y “Frijolero”, con dedicatoria especial para nuestros vecinos del norte, hicieron que un grupo de espontáneos se emocionaran de más y derribaran la valla que dividía a quienes pagaron entrada general con los de la zona “VIP”.

Ante los infructuosos esfuerzos de la gente de seguridad, la pobre valla no aguantó la embestida, lo que hizo de aquel escenario un espacio más democrático, ahora sí que sin distinción de razas ni clases sociales.

Además de rockear al son de “Queremos pastel”, “Parásito”, “Rap, soda y bohemia”, “Here we kum” y de su más reciente éxito, “Lagunas Metales”, los festivaleros cachanillas y visitantes de las ciudades circunvecinas practicaron con entusiasmo el nuevo deporte conciertero, consistente en aventar hacia el aire vasos llenos de cerveza, situación que a nadie –ni a los pasivos agentes de policía—pareció molestarle, menos a los “balderos” que hicieron su agosto en pleno mayo con la relajienta y muy pisteadora raza mexicalense.

*Rock and roll

Bien dicen por ahí que hay niveles y el mundo del rock no es la excepción. A pesar de que Molotov podría ser el protagonista en cualquier concierto, el plato fuerte de la noche fue El Tri de México.

Liderados por el inmortal Alex Lora, la banda se lució de principio a fin de su presentación, un sonido en vivo que parecía salir del estudio de grabación, perfeccionado con el paso de los años, justamente 40 que tienen sonando fuerte, pasando de generación en generación.

Experto en el manejo de las masas, un diminuto Alejandro Lora, gigante como músico, salió enfundado en un ajustado traje multicolor, un chaleco de mezclilla con imágenes de la Virgen de Guadalupe, cubierto el rostro con una máscara de luchador que asemejaba una mano con el dedo medio en todo lo alto, la cual hacía juego con su clásica guitarra con la misma figura.

“Estoy esperando mi camión en la terminal de la ADO…no me consuelan ni la mota, ni las pastas ni el alcohol”; “Oye cantinero, sírveme otra copa por favor”; “Fue en la estación del Metro Balderas…ahí quedó embarrada mi reputación…”, fueron algunos de los estribillos que transportaron a la audiencia varias décadas en el tiempo, canciones que nunca pasarán de moda porque ya forman parte de la cultura popular mexicana, porque lo “Difícil” no es llegar hasta la cima, sino permanecer ahí toda la vida.

“Que chingue a su madre Donald Trump”, manifestó en repetidas ocasiones Alex Lora, teniendo como respuesta el alarido unánime del animado público: “¡Que la chingue!”

Con “Maldito sistema” dedicó otra sonora mentada de madre a los políticos corruptos que mantienen en el atraso a este grandioso país y ya sin la máscara dedicó el concierto a Lalo Tex, líder de la banda Tex Tex fallecido en enero de este año, y hasta al comediante liliputense Margarito, quien entregó el equipo hace un par de semanas.

¿”Están siendo felices, niños?”, preguntó una y otra vez el legendario líder del Tri, y la respuesta era por demás obvia luego de haberse desgañitado cantando la “Triste canción de amor”, si no la mejor rola del Tri sí la más representativa de la banda, y de sacudir el esqueleto al son de “Todo por el rock and roll”.

“Perro negro”, “Pobre soñador”, “Todo me sale mal”, “Chilango incomprendido” y “Las piedras rodando” fueron, entre muchas otras, canciones con las que dejaron satisfecho al conocedor público bajacaliforniano, aunque al final un par de fanáticas, ya un poco mareadas por tanta cerveza, exigían a gritos que saliera porque le había faltado la de “Niño sin amor”. @

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