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Todos contra el Chapo: El levantón en Vallarta 

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La madrugada del lunes anterior, un comando de hombres armados con rifles de asalto, se llevaron por la fuerza a seis hombres de un restaurante en Puerto Vallarta, uno de ellos, que se supone era el objetivo principal de asalto, Alfredo Guzmán Salazar, hijo del Chapo Guzmán. Esta temeraria acción, que se inscribe en la guerra por controlar el negocio del narcotráfico, vendría a recrudecer aún más la violencia que se registra en el país.

Humberto Melgoza Vega

El levantón de Alfredo Guzmán Salazar, junto con cinco de sus asociados, forma parte de la guerra declarada de un grupo de cárteles unidos contra El Chapo Guzmán, detenido y a punto de ser extraditado a los Estados Unidos.

Esta guerra, que se extiende desde Jalisco hasta Baja California, y que ha dejado miles de muertos, tiende a recrudecerse. “Le están cobrando la factura con los métodos y la escuela que él mismo creó”, reflexiona el subdirector de Animal Político, Francisco Sandoval.

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Este nuevo ataque contra la familia directa de Joaquín Guzmán se inscribe dentro de la guerra que están librando los cárteles del narcotráfico por controlar el territorio nacional.

También, es una venganza directa contra el que fue considerado enemigo público número 1 y capo de capos.

“Ahorita todos los medios de comunicación están hablando de este secuestro del hijo del Chapo Guzmán, y junto con las autoridades de gobierno se preguntan si va a haber o no un recrudecimiento aún mayor de la violencia, lo que es previsible, para estar atentos a lo que se podría venir y tomar precauciones”, enfatiza Sandoval.

Francisco Sandoval, quien lleva años reporteando el fenómeno del narcotráfico, manifiesta que ya a nadie sorprende que a diario se registren en el país levantones, secuestros, de sicarios, policías, alcaldes, personas inocentes, por estar en un lugar equivocado, “pero es muy diferente esto que pasó el lunes en Puerto Vallarta, por ser hijo del personaje que es, que tiene un historial criminal bastante largo y retorcido, aunque debilitado ahora que de nuevo está preso”.

Todo indica, admite Pancho Sandoval, que existe una especie de cacería en contra de los intereses y afectos de El Chapo Guzmán en la que estarían participando diversas organizaciones criminales.

El 11 de junio pasado, un pelotón compuesto por alrededor de cien pistoleros ingresó al poblado La Tuna, en Badiraguato, Sinaloa, y tomaron por asalto el domicilio de Consuelo Loera, la mamá de Joaquín Guzmán, donde mataron a varios vigilantes pero a la señora no la tocaron.

El ataque, de acuerdo a versiones periodísticas, fue comandando por Alfredo Beltrán Guzmán, hijo de Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, quien supuestamente fue entregado por el Chapo Guzmán en enero de 2008 a cambio de la liberación de otro de sus hijos, Iván Archibaldo. “El Chapito” salió libre en abril de ese año, había sido detenido en junio de 2005, en Zapopan, Jalisco, luego de un accidente automovilístico. Entonces se le fincaron cargos de lavado de dinero que posteriormente fueron desestimados por un juez.

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En ese violento asalto a la propiedad de la mamá del Chapo habría participado también gente de Rafael Caro Quintero, según fuentes gubernamentales, las mismas que informaron a Proceso de la disputa que el legendario capo mantiene contra el grupo del Chapo por la plaza de Ciudad Juárez, aunque luego el propio Caro lo negó ante la misma revista. “Somos amigos”, dijo a la reportera que lo entrevistó con una sonrisa.

Sandoval Alarcón destaca que los hijos de Joaquín Guzmán llevan años participando directamente en el ilícito negocio, boletinados por el gobierno de los Estados Unidos, “mientras que en México no tienen expedientes abiertos”.

De hecho, se comenta que heredaron el control operativo de la organización criminal que su padre expandió por el mundo, con la bendición de El Mayo Zambada.

“No hay que perder de vista que, además de la invasión al rancho de la mamá del Chapo y ahora al levantón de su hijo, hace un par de semanas en Sonora mataron a dos jovencitos de apellido Coronel, se dice extraoficialmente que sobrinos de la esposa del Chapo, Emma Coronel”, resalta Sandoval, subdirector del influyente portal de noticias, entrevistado vía telefónica desde la Ciudad de México.

Se trata de Kevin Alexis y Justin Coronel Orduño de 19 y 13 años, respectivamente, quienes fueron perseguidos y rafagueados de carro a carro en una céntrica avenida de Ciudad Obregón la tarde del pasado 27 de julio.

“Es evidente que existe una guerra contra la gente del Chapo”, advierte, “si vemos las cifras en Tijuana hay un repunte en las ejecuciones, hay grupos que se han aliado para combatir la organización del Chapo, como en Jalisco, que históricamente ha sido una de las plazas del cártel sinaloense y hogar de la familia Guzmán, sobre todo en el centro de Guadalajara y la zona de Zapopan”.

El especialista en el tema expone que hoy en día y tras la detención de Joaquín Guzmán, ya no se puede hablar de un cártel hegemónico en el país. Expone que la información que hay disponible apunta hacia una alianza entre grupos criminales para combatir al cártel de Sinaloa.

“El cártel Arellano Félix, el cartel Jalisco Nueva Generación, el grupo de los Beltrán Leyva, todos, por diferentes motivos, han tenido una rivalidad con el Chapo Guzmán, ya no se diga Los Zetas, y un claro reflejo fue la sangrienta guerra que sostuvieron en Tijuana entre 2008 y 2009, cuando el Teo, apoyado por el cártel de Sinaloa pretendió arrebatarle la plaza al ingeniero, en ese entonces líder del CAF”, menciona.

A pesar de que en la entrevista que concedió a la revista Proceso Caro Quintero negó haber matado a Enrique Camarena, aseguró que estaba retirado del negocio y sin batallas por pelear, toda una buena persona, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos no opina lo mismo y exigen su extradición para que responda por el crimen del agente de la DEA.

“Una vez que salen estos personajes de la vieja guardia, que son quienes organizaron el negocio y repartieron el terreno, cuando regresan se dan este tipo de reacomodos. Así como durante mucho tiempo El Chapo se fue apoderando de territorios que estos barones de la mafia habían repartido,  saltándose los acuerdos, le están pasando la factura ahora que está en la cárcel”, afirma.

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Karma Camaleón

El levantón de “Alfredito” y sus aliados es un karma que te alcanza tarde o temprano. En el mundo del narcotráfico nadie se va ileso. Ni el otrora todopoderoso Chapo Guzmán, a quien ya le mataron a otro hijo, Edgar, en mayo de 2008, crimen ordenado por los hermanos Beltrán Leyva en venganza por la detención del “Mochomo”, y a su hermano Arturo Guzmán Loera “el Pollo”, el 31 de diciembre de 2004 en el interior del penal de Almoloya.

Los primeros minutos del pasado lunes, un grupo compuesto por siete gatilleros, pertenecientes al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG),  irrumpieron en el restaurant-bar La Leche, en Puerto Vallarta, donde se encontraban departiendo 8 hombres y 9 mujeres, en un festejo de cumpleaños.

De inmediato, sometieron a los varones, los encañonaron con sus armas largas y a seis de ellos se los llevaron con rumbo hasta ahora desconocido. En el estacionamiento quedaron seis vehículos de lujo, todos modelo 2016, de color blanco, donde elementos de la Fiscalía General de Jalisco encontraron algunas pertenencias, como teléfonos celulares.

En uno de los aparatos, que se supone pertenece a Alfredo Guzmán Salazar, estaba grabada una “selfie” que el hijo del Chapo se tomó con la actriz Kate del Castillo, muy posiblemente en octubre pasado cuando sirvió de chofer y guía en el encuentro donde participó el actor y director de cine Sean Penn, tal como lo publicó en su artículo de la revista Rolling Stone.

“Lo que pasó el lunes en Puerto Vallarta es prácticamente la escuela del Chapo, esto de irrumpir en lugares públicos, asesinar a grupos de personas, es parte de la escuela y que la aprendió a lo largo de su lucha con los Arellano; es una sopa de su propio chocolate”, enfatiza el subdirector editorial de Animal Político.

Sandoval hacer referencia al atentado ordenado por el Chapo Guzmán contra los Arellano Félix en la discoteca Christine, precisamente en Puerto Vallarta, en noviembre de 1992. Esa vez, como en las películas de Hollywood, de un camión tipo torton bajaron unos 50 hombres fuertemente armados, equipados con chalecos antibalas, y dispararon contra la multitud, tratando de asesinar a los hermanos Benjamín y Ramón Arellano, quienes lograron escapar, escondidos entre los ductos de la refrigeración.

En ese asalto, en el que murieron seis personas, entre ellos agentes en activo de la entonces Policía Judicial del Estado de Baja California que protegían a los Arellano, cuenta la leyenda que el Chapo participó personalmente.

“Este tipo de eventos son posibles en un país con altos niveles de impunidad, donde no se castigan 9 de cada 10 delitos que se cometen, cualquier grupo o célula de la delincuencia común u organizada no la piensa mucho para delinquir, por la corrupción en los ministerios públicos, en los juzgados, en las corporaciones policiacas, que están infiltradas por estos grupos”, menciona.

Apunta que los reportes oficiales del último mes reflejan una crisis de seguridad en el país, con el incremento de homicidios dolosos “y la política del gobierno se mantiene igual, no dan información sobre temas de narcotráfico, no hay esa apertura como en el sexenio de Calderón, que había acceso a expedientes y a entrevistas con algunos funcionarios, sin embargo la realidad los está rebasando”.

Pancho Sandoval considera que, a pesar de los riesgos que se corren, los medios de comunicación tienen que informar sobre este tema de seguridad pública “y sería de mucha ayuda si hubiera una política de apertura, de sentirnos más protegidos…también hay hechos que no pueden ser ocultados, como esta guerra intestina entre cárteles que por mucho tiempo fueron aliados, pero que ahora se matan entre ellos por controlar ciudades estratégicas…”. @

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