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Antes de que nos olviden, Caifanes la rompe en Mexicali

Humberto Melgoza Vega

 

MEXICALI.- Al igual que como hace casi 30 años, la banda de rock Caifanes dejó constancia, por si había alguna duda, de que son los consentidos del conocedor público cachanilla, herencia musical que ha trascendido fronteras y generaciones, padres, hijos y hasta nietos que continúan con el legado.

Así inició su presentación Saúl Hernández la noche del pasado 29 de octubre en la legendaria Plaza Calafia, haciendo un recuento de los años, el largo tiempo que ha pasado desde que tocaron por primera vez en Mexicali, en el Auditorio del Estado, por allá en 1988.

Lleno hasta las lámparas, el Auditorio resultó espacio insuficiente para la presentación de los Caifanes, entonces con un look muy oscuro, con frondosos copetes y maquillaje al estilo de The Cure, ad hoc con su música, densa y existencialista,  piezas de su primer disco como Antes de que nos olviden y Será por eso “que me dan electroshocks”, hicieron click de inmediato con la Generación X de Mexicali y de todo México,  plenamente identificados.

Fue a partir del siguiente año, 1989, cuando pisaron por primera vez el coso taurino y desde entonces surgió una atracción mutua, una relación mágica entre el Saúl, Sabo Romo, Alfonso André, Diego Herrera y el quinto caifán, Alejandro Marcovich, con los rockeros mexicalenses, a partir de ahí fieles fans y devotos seguidores hasta la fecha.

En estos casi 30 años, 28 para ser exactos, los Caifas adoptaron a Mexicali como su segunda casa, hicieron relaciones amistosas con el club de motoclicistas “Renegados”, el Sergio Tamai y el Gordo Dueñas los llevaron a San Felipe, donde tocaron en el estadio de beisbol, luego vinieron como Jaguares, tras la ruptura con Marcovich en el 95´ y hasta en el Forum se presentó Saúl Hernández con su banda, concierto en el que no se permitió fumar a nadie, cuando sus cuerdas vocales pasaban por mal momento.

Pero fue en la Plaza Calafia donde la banda capitalina estableció un embrujo especial con su público, un ritual bajo la luz de la luna donde los danzantes de slam dance, que levantaban nubes de polvo que se elevaban hasta el cielo, desde la primer canción empezaban a pedir la de “Viento”, aunque supieran que los Caifanes la iban a dejar para hasta el último.

El concierto de la semana pasada hizo recordar los mejores tiempos de Caifanes, cuando iniciaba el movimiento de rock en tu idioma, a finales de los ochenta, que la Calafia se llenaba hasta el tope, solo que ahora sin las nubes de polvo tóxico porque los organizadores pusieron una alfombra como de pasto sintético para que los danzantes no incomodaran a terceros.

Pasadas las 10:00 de la noche, cuando ya todos estaban acomodados en sus lugares, los boletos agotados en taquilla y tiendas de autoservicio, con sus vasos de cerveza dobles, uno en cada mano, Caifanes saltaron al escenario para abrir el concierto con una de sus mejores canciones, Debajo de tu piel, la favorita del reportero.

De ahí en adelante, Saúl y su banda no se guardaron nada, comenzaron a desfilar las canciones una tras otra, coreadas a todo pulmón por un público desgañitado, casi poseído: Para que no digas que no pienso en ti, Miedo y antes de que comenzaran a pedirla, Viento.

Luego se aventaron con La vida no es eterna, Cuéntame tu vida, Piedra, escrita en la etapa oscura cuando Saúl andaba prendido de la coca; Mátenme porque me muero, Antes de que nos olviden, Los Dioses Ocultos, Metamorféame, Detrás de ti, De noche todos los gatos son pardos, Aviéntame, Perdí mi ojo de venado, Aquí no es así y Nubes, otra de las consentidas.

Luego de hacer una pausa para hidratarse en el backstage, regresaron con la pila recargada para “mentársela” de nuevo a Donald Trump y ejecutar Quisiera ser alcohol, no podía faltar el homenaje al Divo de Juárez, con su exitoso cover Te lo pido por favor, de ahí siguió No dejes que…, La célula que explota fue el clímax de la noche y cerraron a ritmo de cumbia con La Negra Tomasa.

Extasiados, los rockeros cachanillas, sanluisinos y del “otro lado” salieron contentos, ni pidieron otra, otra y mucho menos se escuchó el “culeeerooos” con que despiden a algunas bandas que no les dan el pilón, por el respeto que le tienen a Caifanes y porque las notas de Imagine de fondo invitaban al amor y paz.

Resignados, los “caifadictos” entendieron que esta enfermedad es incurable, esta enfermedad ni con un Valium. @

 

 

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