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La clave de la información

Mexicalense, en el ojo del huracán en Houston

Dulce Cecilia Hernández, mexicalense avecindada en Houston, nos cuenta cómo vivió en carne propia el embate del huracán “Harvey”, fenómeno meteorológico que puso bajo el agua a prácticamente toda la ciudad, dejando a su paso devastación, dolor y muerte.

 

Humberto Melgoza Vega

 

El diluvio que se abatió durante cuatro días el fin de semana pasado sobre la ciudad de Houston, Texas, dejó una seria devastación a su paso y demostró que ni la cuarta ciudad en importancia de los Estados Unidos se salva de los embates de la naturaleza, que hasta el cierre de esta edición había dejado un saldo de unos 16 muertos, miles de damnificados y una cifra incalculable de millones de dólares en daños materiales.

 

Desde el violento huracán “Katrina” que en 2005 dejó desolación a su paso por Lousiana, Nueva Orleans y Missisipi, la llegada del huracán “Harvey” revivió esos momentos dramáticos de emergencia nacional.

Enterados a través de los medios de comunicación de la tragedia que se cernía sobre la cosmopolita ciudad tejana, las historias de sobrevivencia, heroísmo y solidaridad conmovieron a la comunidad internacional, gracias a las redes sociales ya no parecían tan lejanas.

 

Avecindada en Houston con su familia, la mexicalense Dulce Cecilia Hernández vivió en carne propia el embate del huracán, una experiencia que nunca antes había experimentado y que la hicieron enfrentarse a escenas que parecían sacadas de películas apocalípticas.

 

Emergencia

 

Días antes de que el huracán tocara tierra la mañana del viernes 25, la alerta meteorológica anunciaba que “Harvey” llegaría con categoría 4. Toda la población llenó los tanques de gasolina de sus vehículos y para el jueves los anaqueles de las grandes tiendas lucían vacíos, las compras de pánico arrasaron con agua embotellada, comida enlatada, pan, embutidos y todo lo comestible y almacenable.

 

Cuando pegó de lleno el huracán fue el sábado 26 entre las 9:00 y 10:00 de la noche, los teléfonos celulares saturados de las alertas emitidas por el gobierno, junto con la llegada de fuertes ráfagas de viento, tormenta eléctrica y mucha agua trastornaron la vida de los habitantes de la ciudad texana.

 

“A mí me tocó trabajar ese sábado y me quedé aislada”, recuerda Dulce Cecilia en la plática realizada este miércoles 30 por llamada de Facebook, la cual se cortaba constantemente, con una pésima recepción, ya que el huracán no se había ido del todo. “Ya eran las 12:00 de la noche y unos clientes que ya se habían ido se regresaron porque las calles estaban inundadas, las calles parecían ríos…

 

“Como hasta las 3:00 de la mañana se calmó un poquito, Baldo se quedó en el restaurante y un compañero nos dio raite en una Van y nos fuimos, tratando de sacarle la vuelta a las calles inundadas, parecía que íbamos en una lancha, el Buffalo Bayou se desbordó y la corriente se llevó a varios carros arrastrando”, menciona.

Más que el viento, que derribó postes, árboles, voló techos, fueron las intensas lluvias las que causaron los mayores estragos –“en estos tres días cayó lo de tres años de lluvia, y eso que todo el año llueve en Houston; hasta el lunes no paró de llover, por eso se hizo la catástrofe…”, menciona Dulce Cecilia.

 

Durante todo el sábado y el domingo, unos 40 helicópteros de la fuerza texana sobrevolaron la ciudad inundada porque no había acceso para ambulancias, de esa manera rescataron a personas de la tercera edad, enfermos y familias enteras que se habían quedado varadas.

 

Y como no había policías en las calles, porque no podían circular en sus  patrullas, grupos de vándalos aprovecharon para acrecentar el caos, realizando saqueos en comercios y en domicilios particulares.

 

“Comenzaron a mandar alertas por la televisión para que la gente no abriera las puertas de sus casas a desconocidos, ya que andaban grupos que se acercaban con el pretexto de querer ayudar y asaltaban a las personas, aquí en Texas es legal la portación de armas, por lo mismo el gobernador implementó el toque de queda, de las 12:00 a las 5:00 de la mañana nadie puede andar en la calle”, comenta la mexicalense en la charla telefónica.

 

A pesar de que lo peor ya pasó, el peligro de una mayor inundación continúa latente porque las presas están hasta el tope “y existe riesgo de que se puedan desbordar por tanta agua acumulada”.

Encerrada en su casa con su familia esta última semana –las clases se reanudan hasta el 5 de septiembre–, Dulce Cecilia se ha mantenido atenta a los noticieros de televisión donde se ve el downtown de Houston completamente inundado, calles, carros y casas prácticamente bajo el agua “ya se comparan los daños igual o mayores que los de Katrina”, comenta la paisana comunicóloga.

 

Como siempre pasa en este tipo de tragedias también aflora la solidaridad y los gestos de heroísmo. “Mucha gente de Galveston, que es una isla que pertenece a Houston, ahí todo mundo tiene lanchas y botes y los trajeron para sacar a personas de las zonas inundadas para llevarlas a refugios seguros”.

 

En medio de la devastación, cinco días después finalmente el presidente Donald Trump llegó a Houston de mala gana, lo acompañaba su esposa Melania quien fura duramente criticada en redes sociales porque calzaba unas zapatillas con “tacón de aguja”, poco apropiadas para la situación.

 

Apenas se había peleado de nuevo con el gobierno de México por la construcción del famoso muro, rechazando la ayuda humanitaria ofrecida por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a la que posteriormente el gobernador de Texas Greg Abbott dio la bienvenida.

“El presidente nomás vino a tomarse la foto y sus primeras palabras fueron muy desafortunadas, `les deseo mucha suerte a los afectados…´, se notaba que lo hizo de compromiso porque yo no he visto en las noticias que se diga que trajo tal o cual ayuda, el gobernador de Texas es quien ha dado la cara…”, comenta.

 

“Yo hablo todos los días con mi familia de Mexicali y ahora con más razón, me tenía que tomar fotos `mira amá, estamos bien´, fotos comiendo, donde estamos los cuatro juntos viendo una película, para que no se preocupara, encerrados pero juntos, sí pasan noticias feas pero esos cuatro días estuvimos encerrados; también a mis amigos que me mandaron mensajes les dije que la estaba pasando mejor que gente que perdió casas, carros, a gente que no le fue tan bien…”, se termina la batería y se corta la comunicación. @

 

 

 

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